domingo, 24 de mayo de 2009

Mi confrontación con la docencia


Inicialmente y como parte de la época de fantasía que todos alguna vez tuvimos en la infancia, recuerdo quería ser maestro; pero no tenia bien claro de qué. No fue hasta que un día, jugando canicas frente a la casa de mis viejos, vi descender de un auto en forma de casa (motor home) a unas personas muy diferentes a nosotros, hablando un idioma que no entendía, lo cual despertó mi curiosidad e interés por aprender ese nuevo idioma.

Ya en secundaria tuve mi primer contacto con la asignatura de inglés, lo que fue realmente fascinante para mí y siguió así durante mis estudios de bachillerato. Se abrió entonces la posibilidad de estudiar la licenciatura en educación media en la especialidad de inglés. Sin embargo, recuerdo que mi padre no estaba del todo de acuerdo con mi elección profesional; pensaba que yo estaba loco con elegir esa carrera porque la comunidad semi urbana de donde soy, en aquel tiempo era más pequeña y con 3 escuelas únicamente, lo que le hacía pensar que no tendría campo de acción y menos de una carrera que no estaba en auge. Finalmente mi madre lo convenció de dejarme estudiar lo que yo quería y creo que fue lo mejor que me ha pasado hasta ahora, por las tantas satisfacciones personales y profesionales que he tenido hasta hoy.


Aunque en mis estudios de normalista aprendí mucho respecto a la enseñanza, debo reconocer que al principio fue muy difícil trabajar, por vez primera en un bachillerato particular, con adolescentes en plena revolución hormonal y con un mundo lleno de particularidades propias de este periodo de la vida. Pero aun con mis deficiencias fui superando mis propios temores y desafíos frente al grupo. La verdad es que busque apoyo con algunos maestros de mayor experiencia quienes amablemente me brindaron su ayuda, con sugerencias y recomendaciones respecto al proceso de enseñanza y al trato con los adolescentes.

Actualmente me siento orgulloso de mi profesión porque es lo que siempre quise y me gusta hacer y, sé que de alguna manera he estado contribuyendo en la formación académica, personal y profesional de mis alumnos. Por una parte, Es gratificante y satisfactorio saber que muchos de nuestros ex alumnos ahora se desempeñan en el mundo laboral y me saludan con agrado; otros más se encuentran cursando sus estudios superiores en la Universidad Veracruzana e institutos tecnológicos, inclusive y aun más agradable resulta el hecho de que algunos de aquellos ex alumnos forman parte hoy día de nuestra plantilla docente y del personal administrativo en mi escuela. Aunado a todo esto y de manera muy personal, me siento contento de haber formado parte de un intercambio académico internacional lo que me ha dado la oportunidad de conocer nuevas personas y nuevas formas de trabajo en el aula.

Por otra parte, resulta también un poco lamentable el hecho de conocer a jóvenes que por diversas razones no pueden continuar con sus estudios o desertan a mitad del camino por cuestiones económicas principalmente. Desafortunadamente y en su mayoría son alumnos con buenas calificaciones y con ganas de seguir adelante, pero su misma condición económica los obliga a abandonar las aulas y emplearse en el campo u otra actividad para contribuir al ingreso en sus hogares. Pese a esta situación y dada la oportunidad me he dado a la tarea de platicar con algunos compañeros para hablar con los padres de familia de algunos de estos alumnos y brindarles apoyo con sus hijos en la adquisición de materiales, uniformes o alimentación. Desafortunadamente no se puede cubrir a todos.

Otra situación lamentable es la falta de infraestructura, de recursos, de mobiliarios, etc., pero he aprendido que contra eso no se puede hacer mucho, cuando no hay voluntad de hacer (“presupuestos”) y me he dedicado hacer lo mío, lo que me corresponde en el aula y adecuando mi actuación en el salón de clases para lograr que mis estudiantes aprendan significativamente.

Mi motivación diaria es hacer que mis alumnos se interesen en mi materia y aprendan más de ella. Trato de dar mi mejor esfuerzo en lo que hago porque también soy padre de familia y espero que mis hijos reciban lo mejor de mis colegas maestros en sus escuelas. Me motiva compartir mis conocimientos y experiencias con mis alumnos, intentando transformar aptitudes y actitudes que mejoren sus condiciones de aprender a vivir y convivir con otros.

Finalmente comentaré que la educación requiere sin duda de profesores dispuestos a luchar contra la ignorancia, la injusticia y, con voluntad de querer lograr el bienestar propio y común de los demás. Los conocimientos cambian más que nunca y mucho más rápido, por ello; con los desafíos que tenemos día a día en este mundo cibernético que hoy nos disputa trabajos, oportunidades y posibilidades de desarrollo; es necesario adquirir y brindar las habilidades para seguir aprendiendo toda la vida.

Con una educación de calidad y un profesorado dispuesto a dar el 100% se tendrá siempre la certeza de lo que se sabe y de lo que podemos hacer.

La aventura de ser docente


¡Hola Amigos! En esta ocasión compartiré con ustedes un resumen de la magnifica lectura de Jose M. Esteve, respecto a la aventura de ser docente.

La enseñanza es una profesión ambivalente. En ella te puedes aburrir soberanamente, pero también puedes estar a gusto y vivir con pasión el descubrimiento que, en cada clase, hacen tus alumnos. Como casi todo el mundo, yo me inicié en la enseñanza con altas dosis de ansiedad; quizás porque, nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error, corrigiendo errores y apuntalando lo positivo, de estar en clase con seguridad en mí mismo, con un buen conocimiento de lo que se puede y lo que no se puede hacer en una clase; la libertad de decir lo que pienso, de ensayar nuevas técnicas para explicar un tema, de cambiar formas y modificar contenidos. Y con la alegría por haber escapado a la rutina convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual.

En clase tenemos que divertirnos, buscar el ansia de saber y propiciar una atmósfera de investigación... “Y cuando se crea esa atmósfera mágica en clase, con los fluidos intelectuales en movimiento, pocas actividades hay más placenteras”. Por eso, la tarea básica del docente es crear inquietud, descubrir el valor de lo que vamos a aprender, recrear el estado de curiosidad en el que se elaboraron las respuestas. Para ello hay que abandonar las profesiones de fe en las respuestas ordenadas de los libros, hay que volver las miradas de nuestros alumnos hacia el mundo que nos rodea y rescatar las preguntas iníciales obligándoles a pensar.

Cada día, antes de explicar un tema, necesito preguntarme qué sentido tiene el que yo me ponga ante un grupo de alumnos para hablar de esos contenidos, qué les voy a aportar, qué espero conseguir. Y luego, cómo enganchar lo que ellos saben, lo que han vivido, lo que les puede preocupar, con los nuevos contenidos que voy a introducir.

La renovación pedagógica, para mí, es una forma del deseo de mejorar el aprendizaje de mis alumnos, la necesito como una forma de encontrarme vivo en la enseñanza, como un desafío personal para investigar nuevas formas de comunicación, nuevos caminos para hacer pensar a mis alumnos... “pensaba hablando, pensaba viviendo, que era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir-...” (Miguel de Unamuno). Desde esta perspectiva, la enseñanza recupera cada día el sentido de una aventura que te rescata del tedio y del aburrimiento, y entonces encuentras la libertad de expresar en clase algo que te es muy querido, y la hora se pasa en un suspiro -también para ellos. Y entonces descubres la alegría: ese momento de magia te recompensa las horas de estudio y te hace sentirte útil en la enseñanza.

No hay mejor regalo de los dioses que encontrar un maestro cuya palabra nos abre horizontes antes insospechados, nos enfrenta con nosotros mismos rompiendo las barreras de nuestras limitaciones; su discurso rescata pensamientos presentidos que no nos atrevíamos a formular y, curiosamente, no nos sentimos humillados por seguir el curso de un pensamiento ajeno; por el contrario, su discurso nos libera y nos ensancha creando en nosotros un juicio paralelo con el que reestructuramos nuestra forma de ver la realidad. Este es el objetivo: ser maestros de humanidad... a través de las materias que enseñamos, o quizás, a pesar de las materias que enseñamos; recuperar y transmitir el sentido de la sabiduría.

Los saberes de mis estudiantes


Hablando del uso de internet, existen unas diferencias muy marcadas entre los intereses y utilidades que mis alumnos dan a esta herramienta tecnológica. La incidencia de algunos factores como el sexo, la ubicación geográfica, el nivel de educación, el entretenimiento, la disponibilidad de acceso a la red (en el sentido económico –ya que no todos tienen computadora en casa y deben pagar renta por este servicio), y los beneficios obtenidos con el uso o no del ciberespacio, tienen mucho que ver en el uso de este recurso virtual.

Por un lado y de manera general, los jóvenes en mi colegio, en su gran mayoría, buscan relacionarse, chatear y conectarse con sus iguales u otras personas por medio de internet, quedando el uso de la red como un espacio para socializar; enviando e-mails y utilizando la mensajería instantánea (MSN). Asimismo, los estudiantes hacen uso de la WWW, no solo para la creación de metroflogs, sino también para participar en juegos en línea.
Por otra parte, el uso de internet se proyecta como un reservorio con la descarga y almacenamiento de música, videos, imágenes para la realización (ocasionalmente) de trabajos de investigación, elaboración de secuencias de diapositivas para alguna tarea de exposición asignada, traducciones de textos y transferencias de información a memorias USB.
A manera personal, considero que los saberes de mis estudiantes son importantes porque se podrían canalizar aquellos intereses individuales y de ocio, en la búsqueda y mejor manejo de información que pueda seleccionarse y analizarse a conciencia, dentro de un proceso que favorezca el desarrollo del pensamiento y la creatividad. Por todo esto, nuestro quehacer deberá ser el de un docente estratégico, a la hora de diseñar y elaborar actividades, que contemple el máximo aprovechamiento posible de lo que nuestros alumnos ya saben hacer en el espacio virtual.
Ciertamente, muchos de nosotros desconocemos o no valoramos algunos de los saberes, habilidades y destrezas de nuestros alumnos, por lo que no se nos ha ocurrido (no a todos) tomar ventajas de estas respecto al uso de internet. Por ello, mi sugerencia es integrar equipos de trabajos en el aula, donde los alumnos más capaces, funjan como guías y monitores de aquellos con limitaciones –retos- de aprendizaje; brindar asesorías extraclase en torno a lo que uno sabe en cuanto al uso de internet; dar a saber, en reunión de academias, los aspectos relevantes del uso del ciberespacio y proponer cursos de capacitación de computación e internet, en los cuales participen e interactúen maestros y alumnos. Por seguro, nos asombraremos que hay muchas cosas que ellos dominan y que por supuesto nosotros ignoramos de internet.